En muchos ejemplos de naturaleza, nos encontramos con los números de Fibonacci. Uno de ellos es la forma en que se ordenan las semillas en el girasol de la fotografía. Si cuentas bien los espirales que se forman hacia la derecha y hacia la izquierda, verás que hay 34 curvas en un sentido y 21 en el otro: ambos son números consecutivos de la sucesión de Fibonacci.
También podremos observar los números de Fibonacci en el estudio de poblaciones idealizadas de conejos (el ejemplo inicial que usó Fibonacci), vacas y abejas; en el número de espirales que forman los granos de frutos como las piñas de pino; en el ordenamiento de las hojas en una rama.
La razón por la que los números de Fibonacci pueden encontrarse en tantos ejemplos de la naturaleza, se relaciona estrechamente con el nexo que existe entre esta sucesión y el número áureo.
Las ramas y las hojas de las
plantas se distribuyen buscando siempre recibir el máximo de luz para
cada una de ellas. Por eso ninguna hoja nace justo en la vertical de la anterior.
La distribución de las hojas alrededor del tallo de las plantas se produce
siguiendo secuencias basadas exclusivamente en estos números.
El número de espirales en numerosas flores y frutos también se
ajusta a parejas consecutivas de términos de esta sucesión: los
girasoles tienen 55 espirales en un sentido y 89 en el otro, o bien 89 y 144.
Las margaritas presentan las semillas en forma de 21 y 34 espirales.
Y cualquier variedad de piña presenta siempre un número de espirales
que coincide con dos términos de la sucesión de los conejos de
Fibonacci, 8 y 13; o 5 y 8.Parece que el mundo vegetal tenga programado en sus códigos genéticos
del crecimiento los términos de la sucesión de Fibonacci.
Fibonacci sin pretenderlo había hallado la llave del crecimiento en
la Naturaleza.
“Los botánicos han demostrado que las plantas crecen a partir de un pequeño grupo de células situado en la punta de cada sección que crece: ramas, brotes, pétalos y otras. Este grupo se llama meristema. Las células crecen y se ordenan en espiral: cada una se "dirige" a una dirección manteniendo un cierto ángulo en relación al punto central. Lo asombroso es que un solo ángulo puede producir el diseño de organización óptimo, sin que importe cuánto más va a crecer la planta. De modo que, por ejemplo, una hoja situada en el inicio de un tallo será tapada lo menos posible por las que crecen después, y recibirá la necesaria cantidad de luz solar. Y ese ángulo de rotación corresponde a una fracción decimal del número áureo: 0.618034".
Romanescu variedad de brocoli que presenta formas de fractal espectaculares.
Este precioso y emocionante corto de Cristóbal Vila, titulado Nature by numbers recoge alguna de las más conocidas relaciones entre la naturaleza y los números.
NATURE BY NUMBERS
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