La huella ecológica de Galicia es «más elevada» que la española y «mucho más elevada que la mundial, que ronda las 2 hectáreas por persona».Cada gallego precisa una extensión equivalente a «seis campos de fútbol» para producir los recursos que consume y para «absorber» los residuos que genera.
"A pegada e a débeda ecolóxica"( SGEA).
La huella ecológica es un indicador agregado definido como «el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada con un modo de vida específico de forma indefinida». Su objetivo fundamental consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, comparado con la biocapacidad del planeta. Consecuentemente es un indicador clave para la sostenibilidad.
La ventaja de la huella ecológica para entender la apropiación humana está en aprovechar la habilidad para hacer comparaciones. Es posible comparar desde las emisiones de transportar un bien en particular con la energía requerida para el producto sobre la misma escala (hectáreas).
El cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador; en cualquier caso, existen diversos métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona consume y de los residuos que produce. Básicamente sus resultados están basados en la observación de los siguientes aspectos:
• La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo.
• Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario.
• Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.
• Superficie marina necesaria para producir el pescado.
• Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo energético. En este sentido no sólo incidiría el grado de eficiencia energética alcanzado sino también las fuentes empleadas para su obtención: a mayor uso de energías renovables, menor huella ecológica.
Desde un punto de vista global, se ha estimado en 1,8 ha2 la biocapacidad del planeta por cada habitante, o lo que es lo mismo, si tuviéramos que repartir el terreno productivo de la tierra en partes iguales, a cada uno de los más de seis mil millones de habitantes en el planeta, les corresponderían 1,8 hectáreas para satisfacer todas sus necesidades durante un año. Al día de hoy, el consumo medio por habitante y año es de 2,23 hectáreas, por lo que, a nivel global, estamos consumiendo más recursos y generando más residuos de los que el planeta puede generar y admitir.
Cáceres es la ciudad que presenta una menor huella ecológica porque necesitaría poco más de su territorio para mantener el consumo actual de recursos medioambientales (1,38), seguida de ciudades como Cuenca (1,68), Badajoz (2,19), Albacete (2,90), Córdoba (4,10), Jaén (4,79) y Teruel (4,98).
Por ello, aunque todas las capitales españolas necesitan más territorio del que ocupan, además de Bilbao (que necesitaría 100,88 veces su territorio) destacan también ciudades como Cádiz (necesitaría 90,84 veces su espacio), Pamplona (89,36), Barcelona (83,37), Santander (81,04) y A Coruña (80,23) que presentan un déficit ambiental muy severo.
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