La forma de vida de 'Hammarby Sjöstad' ha convertido a este barrio residencial en todo un modelo de desarrollo urbano sostenible. Lo que antes era una zona industrial-portuaria muy contaminada, hoy se ha transformado en una ciudad moderna con zonas verdes y edificios eficientes, que suministra ella misma la mayor parte de la energía que necesita.
Los cerca de mil apartamentos —cuyo alquiler ronda al menos las 6.600 coronas suecas ó 700 euros al mes— funcionan con cocinas de biogás extraído de las propias aguas residuales de la comunidad, el mismo combustible que mueve los autobuses que prestan sus servicios en el barrio.
Tampoco se permite que el agua de lluvia vaya derecha a las alcantarillas: la que se acumula en las calles se lleva a un sistema de filtración y purificación, mientras que la lluvia que cae en los edificios se redirige a tejados verdes y humedales cercanos. Estos recursos de agua se mantienen separados de las aguas residuales que se tratan con otro sistema.
Los paneles solares integrados en fachadas y cubiertas proporcionan la mitad del agua caliente que sale de los grifos de las viviendas. Además, otra de las prioridades es moverse de forma sostenible: los residentes cuentan con un tren gratuito que les lleva al centro de Estocolmo, una red de carriles bici, zonas peatonales y unos 30 coches de uso compartido distribuidos por todo el barrio. De este modo, las emisiones de dióxido carbono a la atmósfera se reducen, tanto que este modelo emite menos del 50% que los vecindarios construidos de la manera habitual.
El modelo de 'Hammarby' es un buen ejemplo de la puesta en práctica de un metabolismo urbano circular —en el que las basuras son recicladas— (en vez del "metabolismo lineal" al que estamos acostumbrados y en el que una ciudad simplemente convierte sus recursos en residuos). Y aunque el 75 % de la sostenibilidad de 'Hammarby Sjöstad' está integrada en su diseño, el 25% restante depende de la contribución de sus residentes. Por eso, el centro de información ambiental da charlas sobre planificación sostenible de ciudades y fomenta que los vecinos cambien sus hábitos hacia otros más sostenibles. Por ejemplo, reduciendo su consumo de agua.
Este proyecto, que dura hasta el 2016, tiene como objetivo llegar a 10.000 apartamentos y 25.000 residentes. Hoy, la mitad del barrio está construido.
Aunque no es un ejemplo perfecto, Hammarby(Estocolmo) representa una visión diferente a la hora de planear un vecindario, por desgracia demasiado única y ausente de la mayoría de las ciudades, no sólo reciclan su basura y transforman parte en electricidad, también aprovechan sus aguas residuales para producir biogás con el que cocinar y reutilizan el agua de lluvia. Aquí no se desperdicia nada.
La forma de vida de 'Hammarby Sjöstad' ha convertido a este barrio residencial en todo un modelo de desarrollo urbano sostenible. Lo que antes era una zona industrial-portuaria muy contaminada, hoy se ha transformado en una ciudad moderna con zonas verdes y edificios eficientes, que suministra ella misma la mayor parte de la energía que necesita.
Desde que se comenzaron a levantar las primeras viviendas en 1993, el diseño y la construcción de este nuevo barrio con vistas al lago Hammarby Sjö integraron la variable sostenible en la elección de materiales, medios de transporte, tratamiento de agua y reciclaje de basuras. "Hoy en día la basura ya no es basura", comenta Erik Freudenthal del centro ambiental de Hammarby. "Es un recurso que está siendo utilizado".
Los habitantes de este vecindario tiran sus basuras en un sistema de recolección subterráneo que da la posibilidad de separar los materiales reciclables de los restos orgánicos y de otro tipo de desperdicios. Los residuos que no pueden ser aprovechados se queman para generar electricidad.
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